Desde hace más de 20 años que ejerzo la docencia y desde hace más de 30 años trabajo como abogado en forma independiente. Ello me ha permitido por un lado aprender los conocimientos prácticos necesarios para ejercer la abogacía con excelencia. Por otro lado, me permitió observar con preocupación que las nuevas camadas de colegas que egresan de las distintas facultades de derecho de las universidades existentes en el país carecen de los conocimientos prácticos para ejercer la profesión en forma eficaz y con éxito. Sumado a ello los estudios jurídicos no permiten adquirir dichos conocimientos puesto la posibilidad de aprendizaje es muy limitada.
Todo ello va a originar un resultado lamentable: muchos abogados trabajarán para perder y, a su vez, el nivel académico de los matriculados decrecerá como lógica consecuencia. Esto en un mundo altamente competitivo como el que vivimos implica una condena a sufrir derrota tras derrota. También va a repercutir en la merma de la calidad del servicio de justicia. Recordemos que los abogados y abogadas somos auxiliares de la Justicia.
Pongamos un ejemplo: El artìculo 360 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación- el cual tiene su equivalente en los códigos procesales provinciales – establece que el juez debe concurrir personalmente a dicha audiencia con carácter indelegable. Si el Juez no concurre a dicha audiencia la misma no se puede realizar. Sigue diciendo el ritual que el magistrado debe invitar las partes a una conciliación, debe oír las manifestaciones de las partes respecto que se oponen a la apertura de la causa a prueba, debe fijar los hechos articulados y conducentes, debe recibir la prueba confesional, debe proveer en la audiencia las pruebas que considere admisibles, y, si correspondiera, debe declarar la causa como de puro derecho.
Pero esto rara vez se cumple. En la práctica muchos magistrados no concurren a la audiencia preliminar, delegan dicha función a algún empleado del juzgado y se limitan a intentar una conciliación sin saber sobre que trata la causa. Es decir, no conocen sobre que tema versa la litis por que ello implica estudiar la causa y, en general, prevalece la idea de sacarse expedientes de encima.
A su vez muchos colegas desconocen las incidencias que pueden plantear para remediar estos incumplimientos de los magistrados y tienen temor a predisponer mal al juzgado. Muchos letrados ignoran que los jueces pueden tener tachas ( es decir, obstáculos ) en su posibilidad de ascenso a un cargo superior si violan esta u otras normas. Y por ello no oponen reparo alguno a esta sistemática y arbitraria conducta de muchos jueces.
Entonces van a tener que tramitar el expediente sin saber sobre que versan los hechos controvertidos y conducentes, lo cual implica litigar a ciegas.
Por todo lo expuesto es menester instruir a los egresados y egresadas de las universidades de abogacía en todas aquellas cuestiones prácticas que resultan cruciales para ejercer la profesión con eficacia. Además, los abogados y abogadas debemos tener en cuenta que los clientes en un futuro podrían atribuir a esos colegas mala praxis en el ejercicio de la abogacía y accionar contra ellos.
Los abogados y abogadas no pueden ignorar cómo se negocian los honorarios, cómo promocionar los servicios de su estudio jurídico sin violar los códigos de ética y en forma eficiente atento la gran competencia existente.
Cuando nos recibimos de abogados recién empieza el camino y, si queremos fidelizar clientes, es decir, si queremos que nuestros clientes sean habituales y que nos recomienden a otras personas, debemos contar con las herramientas adecuadas.
El gran jurista Rudolf von Ihering, en su obra “La lucha por el derecho” señala que el Derecho – el cual está amenazado en todo momento- es lucha en busca de un fin que es la paz social. Lleva ínsito el deber moral de sublevarse contra las arbitrariedades. Y en este caso particular el derecho de los abogados y abogadas y de los justiciables se viola sistemáticamente por el obrar contrario a derecho de los jueces y es deber de los letrados luchar por el Derecho. Para hacer posible esta lucha, el letrado y la letrada deben formarse adecuadamente, y esto requiere de nutrirse de los conocimientos prácticos necesarios.
Es importante que los Colegios de Abogados se ocupen de esta tarea educativa, ya que es un servicio indispensable para los colegas.
Dr. Adrian Sturla, integrante Asociación Civil Abogados Unidos