En momentos en los que el propio Presidente de la Nación cuestiona el rol de los abogados —y en especial de los abogados laboralistas—, es importante recordar el verdadero sentido de nuestra profesión.
Los abogados no somos un obstáculo para el progreso: somos defensores de la legalidad, del equilibrio social y del respeto por los derechos consagrados en la Constitución.
El abogado laboralista, en particular, representa a quienes muchas veces no tienen voz frente al poder económico. Su labor no es la de impedir el desarrollo, sino la de garantizar que el desarrollo sea justo, humano y respetuoso de la dignidad de cada trabajador.
En cada expediente, en cada audiencia y en cada firma, los abogados honramos el principio básico de toda República: nadie está por encima de la ley.
Defender el Derecho no es defender intereses corporativos; es defender la Justicia, la igualdad y la libertad real de todos los argentinos.
